Ucrania y Rusia han estado intercambiando importantes ataques con drones y misiles, cada uno buscando obtener una ventaja a medida que se acerca la investidura del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. Trump se ha comprometido a poner fin rápidamente a los combates, pero ha dado pocos detalles sobre cómo lo lograría.
Durante la noche del lunes al martes, Kyiv llevó a cabo su ataque “a mayor escala” del conflicto hasta el momento, atacando profundamente dentro de Rusia con drones y misiles, incluidos seis misiles balísticos ATACMS de largo alcance, de fabricación estadounidense. Moscú ya había advertido que el uso de misiles balísticos de ataque aéreo se enfrentaría al lanzamiento de una nueva arma rusa, un misil balístico hipersónico de alcance intermedio conocido como Oreshnik.
Rusia lanzó su propio bombardeo contra Ucrania durante la noche hasta este miércoles, principalmente contra el asediado sector energético de Ucrania. Según el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, los ataques nocturnos involucraron más de 40 misiles, de los cuales 30 fueron destruidos1. También participaron más de 70 drones de ataque rusos.
El aumento de los ataques se produce en el período previo a la investidura de Trump, el 20 de enero. La situación sigue siendo tensa y la incertidumbre sobre el futuro de la guerra persiste.

