: Un grupo de científicos japoneses ha realizado un descubrimiento notable en las profundidades del océano, donde encontraron un ecosistema que florece en condiciones extremas, caracterizado por alta presión y total oscuridad. Un estudio reciente, publicado en la revista Nature Communications, destaca la presencia de organismos que no solo se adaptan a este entorno adverso, sino que también juegan un papel fundamental en la transformación de su hábitat. Estos organismos alteran activamente su entorno, facilitando la creación de nuevos espacios que favorecen la vida de otras especies. Este hallazgo se llevó a cabo en la Fosa de Japón, una de las regiones más profundas del océano Pacífico. Los investigadores analizaron muestras de sedimentos y utilizaron escaneos avanzados para estudiar la estructura del lecho marino. Sus hallazgos revelaron que la bioturbación, un proceso mediante el cual los organismos excavan y remueven el sedimento, juega un papel crucial en la oxigenación y renovación del ecosistema. A más de 7,500 metros bajo la superficie, los organismos bentónicos han desarrollado adaptaciones extraordinarias para resistir la falta de luz, el frío extremo y la alta presión. Entre las especies identificadas en la Fosa de Japón se encuentran bivalvos, poliquetos, isópodos, anfípodos y gasterópodos, muchas de ellas desconocidas hasta ahora. En las profundidades del océano, los organismos usan la gravedad que deposita sedimento y luego hacen sus madrigueras. El investigador Jussi Hovikoski, del Instituto Geológico de Finlandia, destacó que este hallazgo cambia la percepción sobre la biodiversidad en la zona hadal. “Siempre se creyó que estas profundidades eran demasiado hostiles para la vida compleja, pero estas comunidades demuestran que los ecosistemas pueden adaptarse a condiciones extremas”, afirmó el experto. Uno de los aspectos más destacados del estudio es la manera en que estos organismos influyen en su entorno. A través de la bioturbación, remueven los sedimentos y permiten la circulación de oxígeno y nutrientes, facilitando la llegada de nuevas especies y creando un hábitat más estable. Los científicos observaron que el proceso ocurre en ciclos. Cuando los sedimentos llegan al fondo marino y se compactan, pueden sofocar a algunas especies, pero con el tiempo, la recolonización del área por nuevas formas de vida revitaliza el ecosistema. Esto sugiere que la dinámica del lecho marino es más compleja de lo que se pensaba y que el fondo del océano no es un entorno estático, sino en constante transformación.